Cada año, en el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez (15 de junio), la atención se centra en la violencia, el abandono y la explotación que viven muchas personas mayores en el mundo, una realidad a menudo invisible y silenciada.
Este año, HelpAge International pone en el centro de la conversación las relaciones humanas, destacando cómo las conexiones profundas y duraderas no solo brindan alegría y sentido de pertenencia, sino que también pueden ser una poderosa línea de defensa contra el abuso.
La campaña, titulada #ConexionesDePorVida, se enfoca en los vínculos emocionales que las personas mayores crean y mantienen —como amistades, mentorías, roles de cuidado y liderazgo comunitario— y cómo estas relaciones pueden marcar una diferencia concreta en la prevención del abuso.
Una crisis silenciosa: el abuso a personas mayores
El abuso hacia personas mayores está alarmantemente extendido. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas mayores de 60 años sufre algún tipo de abuso cada año. Esto incluye violencia física, emocional, sexual, abuso financiero y negligencia, muchas veces ejercidos por personas en quienes confían.
Lo más preocupante es que la mayoría de los casos no se detectan ni se denuncian. La ONU estima que solo uno de cada 24 casos de abuso hacia personas mayores llega a ser reportado. El abuso crece en entornos de silencio, aislamiento y secretismo.
Las personas mayores que se encuentran desconectadas, ya sea por barreras físicas, discapacidad, edadismo o falta de acceso digital, tienen menos oportunidades de pedir ayuda —o incluso de reconocer que lo que están viviendo es abuso.
La conexión social como forma de protección
Diversas investigaciones han demostrado que contar con redes sociales sólidas puede jugar un papel crucial en la protección contra el maltrato. Una persona mayor conectada es más visible: se le escucha, se le observa, se le cuida. Esto reduce las oportunidades para que ocurra el abuso y facilita su detección si sucede.
Los vínculos sociales también fomentan la autoestima, la confianza y la capacidad de pedir ayuda. Las relaciones basadas en el respeto y el cuidado mutuo ofrecen un entorno de seguridad emocional donde las personas mayores pueden expresar preocupaciones sin temor.
En este contexto, la conexión no es solo un bien social: es un mecanismo de protección.
Cuando el aislamiento se vuelve un riesgo
Por el contrario, el aislamiento social es uno de los factores de riesgo más claros frente al abuso. En ausencia de contactos frecuentes con familiares, amistades o miembros de la comunidad, las señales de alerta —como cambios de ánimo, ansiedad, irregularidades financieras o lesiones sin explicación— pueden pasar desapercibidas.
Las personas mayores que viven solas, tienen movilidad reducida o deterioro cognitivo están particularmente expuestas. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, el aislamiento aumentó de forma alarmante, y muchas organizaciones reportaron un incremento en casos de abuso, especialmente en forma de explotación financiera y negligencia emocional.
Esta realidad es clara: donde se debilita la conexión, el abuso encuentra espacio para crecer.
La soledad y el aislamiento afectan a cerca de una de cada cuatro personas mayores y están estrechamente vinculados con problemas de salud mental. Lo mismo ocurre con el abuso, que muchas veces proviene de quienes deberían brindar cuidado. Sus efectos pueden ser devastadores: depresión, ansiedad y traumas duraderos.
Relaciones que protegen
La campaña #ConexionesDePorVida celebra las múltiples formas en que las personas mayores están conectadas con su entorno, y cómo estas relaciones pueden promover seguridad, dignidad y bienestar.
Reconoce el valor de:
- Las amistades y redes entre pares, que ofrecen compañía, apoyo emocional y seguimiento mutuo
- Los vínculos intergeneracionales, donde las relaciones con hijos, nietos o jóvenes generan continuidad y cuidado
- La participación comunitaria, que brinda espacios donde las personas mayores son vistas, escuchadas y valoradas
- Los roles de cuidado, donde las personas mayores apoyan a otras, fortaleciendo la reciprocidad que también las protege
En estas conexiones, la protección no proviene solo de las instituciones: surge de forma orgánica a través de la confianza, la empatía y la presencia.
Una mirada social al abuso en la vejez
Comprender el abuso hacia personas mayores como una cuestión social —y no solo legal o institucional— abre nuevas posibilidades para la prevención. #ConexionesDePorVida nos recuerda que las relaciones no solo son esenciales para un envejecimiento con dignidad, sino también para reducir el riesgo de daño.
A medida que envejece la población mundial, invertir en la vida social y emocional de las personas mayores es indispensable. Esto implica combatir el aislamiento, promover la inclusión y valorar las conexiones que las personas mayores han construido a lo largo de toda una vida.
En la lucha contra el abuso, las relaciones pueden ser una de nuestras herramientas más poderosas.
*Este artículo fue escrito por el equipo global de Comunicaciones de HelpAge en inglés y traducido por HelpAge América Latina y el Caribe. Ingrese aquí para leer la publicación original.
Fotografía: Rita Duarte, cofundadora de la Fundación ProVida Colombia, cofundadora de HelpAge International. Foto: Charlie Cordero / Fairpicture / HelpAge International